Bienvenidas y bienvenidos a este espacio para reflexionar acerca de la fe cristiana y nuestro contexto actual. Desde el Programa de Encuentros Interculturales compartimos esta reflexión escrita por la teóloga ecofeminista Nancy Cardozo, quien nos hace un llamado a reflexionar sobre nuestro compromiso cristiano con la dignidad del otro y la otra. Amar a la/al prójimo es un esfuerzo que hacemos, pero la invitación va más allá de ese esfuerzo cuando Jesús nos invita a amar a todas las personas.

 

“Ninguna riqueza es Inocente”

Por: Nancy Cardozo, teóloga eco-feminista

 

Lectura bíblica 1: Un acercamiento a los evangelios

Y el joven, al oír esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas propiedades. (Mateo 19:22)

Pero se retiró tristemente porque tenía muchas propiedades. (Marcos 10:22)

Pero cuando escuchó eso, se puso muy triste, porque era muy rico. (Lucas 18:23)

Lectura bíblica 2: Jesús y Zaqueo

1 Jesús entró en Jericó y comenzó a pasar por la ciudad. 2 Había allí un hombre llamado Zaqueo. Era jefe de los cobradores de impuestos de la región y se había hecho muy rico. 3 Zaqueo trató de mirar a Jesús pero era de poca estatura y no podía ver por encima de la multitud. 4 Así que se adelantó corriendo y se subió a una higuera sicómoro que estaba junto al camino, porque Jesús iba a pasar por allí.

5 Cuando Jesús pasó, miró a Zaqueo y lo llamó por su nombre: «¡Zaqueo!—le dijo—. ¡Baja enseguida! Debo hospedarme hoy en tu casa».

6 Zaqueo bajó rápidamente y, lleno de entusiasmo y alegría, llevó a Jesús a su casa; 7 pero la gente estaba disgustada, y murmuraba: «Fue a hospedarse en la casa de un pecador de mala fama».

8 Mientras tanto, Zaqueo se puso de pie delante del Señor y dijo:

—Señor, daré la mitad de mi riqueza a los pobres y, si estafé a alguien con sus impuestos, le devolveré cuatro veces más.

9 Jesús respondió:

—La salvación ha venido hoy a esta casa, porque este hombre ha demostrado ser un verdadero hijo de Abraham. 10 Pues el Hijo del Hombre[a] vino a buscar y a salvar a los que están perdidos.

Reflexión:

La historia del joven rico es bien conocida. Un encuentro que no funcionó. Hubo mucha simpatía entre Jesús y el joven, la conversación fue cortés, los temas profundos y el diálogo auténtico. El joven quiere saber cómo «heredar la vida eterna». ¡Quiere más que lo que ya tiene!

Los elementos de la vida familiar y comunitaria citados por Jesús –«no cometas adulterio»; «no mates»; «no robes»; «no des falso testimonio»; «no defraudes a nadie»; «honra a tu padre ya tu madre»– definen una vida marcada por la ética, y el joven dirá que cumple con todo esto.

¡Pero no es suficiente! ¡Esto no es suficiente! —dice Jesús con amor.

El texto de Marcos dice: «Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: ‘Falta algo’». La ética de la vida familiar y comunitaria es importante, pero no es suficiente.

Ser un buen ciudadano que respeta las leyes y cuida los intereses familiares no es suficiente ética para los ricos y no puede ser el relato de justificación de la concentración de la riqueza.

Cuando Jesús plantea el desafío de «venderlo todo y darlo a los pobres» como condición del seguimiento para un discipulado de iguales, la cuestión ética se vuelve ética social, vale decir, se extiende a las formas de organización de la vida social, especialmente, a los modos de acumulación y el régimen de propiedad.

Mateo y Marcos registraron el fracaso de la conversación señalando la razón básica: porque tenía muchas propiedades. Lucas prefiere decir porque era muy rico.

Jesús trasladará todas las exigencias e imperativos del evangelio de vida plena al desmantelamiento de la riqueza y a la priorización social de la vida de los pobres, hombres y mujeres.

Mucho más que llamar a construir buenas relaciones personales, Jesús –con amor– radicaliza el llamado al señalar el movimiento vital de la reconciliación social: superar la contradicción básica de la sociedad: pobreza y desigualdad, fruto de la acumulación y la concentración. Jesús, con amor radical, indica el camino: «¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja» (Marcos 10:23).

¡Haz que Zaqueo baje del árbol!

Allan Boesak, de Sudáfrica, es autor de un texto de gran sensibilidad: «Y Zaqueo se quedó en el árbol: Reconciliación y justicia y la Comisión de Verdad y Reconciliación».

Boesak reflexiona sobre el proceso post apartheid y las contradicciones que ha provocado una creciente decepción con la tarea de reconciliación social, especialmente entre las comunidades negras. Sostiene que la posibilidad de un entendimiento, de reconciliación social, presupone justicia. Y luego, presenta el texto de Zaqueo, en Lucas 19:1-10.

Zaqueo era un recaudador de impuestos rico e infame que había forjado su riqueza mediante un manejo corrupto del sistema fiscal y la explotación de la gente durante el dominio del Imperio romano. En la Palestina ocupada, los ricos tuvieron que aceptar el sistema de extorsión de Roma, en tanto que los pobres sufrieron una triple explotación: los impuestos injustos exigidos por Roma, las tarifas que les cobraba Zaqueo y las condiciones laborales impuestas por los ricos cuyas ganancias procedían de explotar la fuerza de trabajo y la naturaleza. Es fácil ver que no había amor en las relaciones debajo de aquel árbol que el Evangelio quiere recordar: Zaqueo era odiado; representaba el rostro visible del sistema de explotación y desigualdad. Había muchas tensiones entre la comunidad y este hombre «bajito».

Trepar al árbol indica cierta curiosidad o necesidad por parte de Zaqueo. Aquí, las interpretaciones son diversas. Al parecer, se subió al árbol con la esperanza de ver a Jesús. Jesús ve a Zaqueo y habla con él, en claro contraste con la actitud de rechazo de la multitud. Jesús ama a ese hombre subido al árbol y quiere conversar con él, ir a su casa, comer con él, compartir el pan. Mientras tanto, la gente murmura: «Jesús entra en la casa de un ladrón y come con él».

Bueno, el amor tiene estas cosas, este movimiento para abrir oportunidades, ¡creando alternativas sin perder la radicalidad! No sabemos qué comieron Jesús y Zaqueo ni qué bebieron, mucho menos qué dijeron. Pero sí conocemos el resultado de ese tiempo compartido. Zaqueo dijo algo así como: Señor, daré la mitad de mi fortuna a los pobres. Y si he cobrado más impuestos de lo que correspondía, ¡devolveré cuatro veces esa cantidad! (Lucas 19:8).

El amor de Jesús dio lugar a la reconciliación y la justicia como expresión de la presencia compasiva de Dios. El amor une y reconcilia, pero necesita la mediación concreta de la justicia como restauración de la vida comunitaria, de la vida en el mundo. Jesús es radical; de inmediato vincula la respuesta de Zaqueo a la salvación y dice: Hoy ha llegado la salvación a esta casa. (Lucas 19:9). Zaqueo reconoció que defraudó, robó y extorsionó, y que su riqueza era un impedimento para la reconciliación con Dios y la comunidad. Las consecuencias radicales del amor que conducen a una reconciliación genuina son transformación, restauración, justicia. Sin una acción concreta para romper con los mecanismos de producción de riqueza y el empobrecimiento de las mayorías pobres, Zaqueo permanecerá en el árbol.

 

 

Reflexión compartida en devocional semanal de CEDEPCA dirigido por el Programa de Encuentros Interculturales.  Tomado del Folleto de Estudios Bíblicos y reflexiones sobre justicia social, equidad de género y migración. 24 mayo, 2022.

Un mundo donde quepan todos los mundos – 1a edición

Montevideo, Uruguay, junio 2021.

74 p., 21 x 14,8 cm.

ISBN 978-9915-40-665-7

  1. Teología. 2. Derechos humanos.

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