¡Vayan por el mundo y hagan discípulos y discípulas!
Poco antes de ascender al cielo, Jesús reunió al grupo de mujeres y hombres que formaban
parte de su comunidad y les dijo: “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y
háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y
enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con
ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.” Mateo 28:16-20 DHH
¡Qué extraordinaria misión Jesús encomendó a su comunidad! Pero, ¿Cuál era la razón de
esta misión?
Al inicio de su ministerio, en su pueblo Nazaret, Jesús declaró su misión: “El Espíritu del
Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me
ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los
oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor.” Lucas 4,16-19
En esta declaración, Jesús señaló la situación de dominación que sufría la mayor parte del
pueblo. La ocupación romana y el fortalecimiento de las élites locales, había dejado a las
personas más débiles en una situación de marginación y vulnerabilidad; léase como
personas débiles: mujeres, niñas, niños, campesinos, presos políticos, personas enfermas,
indigentes, extranjeras, y otras.
En contraste, el anuncio de Jesús trajo esperanza al pueblo. Sus buenas noticias tenían
como foco principal el anuncio del reinado de Dios: la presencia de Dios en medio del
pueblo. Así que, la proclamación de Jesús promovía una forma de vida diferente a la que el
pueblo ahora vivía, una forma de vida sin jerarquías dominantes y opresivas, y donde
todas las personas tenían la posibilidad de disfrutar una vida plena y abundante.
Pronto, el anuncio de Jesús dio la bienvenida a una nueva comunidad que fue creciendo
cada día y practicando nuevas formas de relaciones humanas. Así se vivía el reinado de
Dios en medio del pueblo y la gente se gozaba por sus manifestaciones de liberación.
Sin embargo, el sistema anti vida intentó terminar con la manifestación de Dios en medio
de su pueblo y con el sueño de una humanidad plena y digna; y así cometiendo una gran
injusticia, el liderazgo judío y romano, asesinaron a Jesús. Mas no contaron con la justicia
de Dios. Así Dios levanto a su hijo Jesús de la muerte y reavivó el sueño de que las buenas
noticias fueran escuchadas en todos los pueblos y llevaran liberación.
Así que la misión significaba que la nueva humanidad siguiera creciendo con más
discípulas y discípulos. Mas, ¿Qué significaba hacer discípulos y discípulas?
Hacer discípulos y discípulas significaba que esta nueva comunidad fuera a enseñarle al
mundo lo que Jesús había hecho y les había enseñado: a lavar pies, a alimentar a las
personas hambrientas, a amar a los enemigos, a dar la bienvenida a las persona extrañas, a
manifestarse contra la violencia hacia las mujeres, a abrir espacios a la niñez, a buscar la
salud de las personas, y más.
Así la nueva comunidad salió más allá de sus fronteras y encarnaron una nueva forma de
vida, una forma diferente a la esclavitud, pobreza, guerra y opresión que el imperio les
imponía. La nueva comunidad se convirtió entonces en la sal y la luz del mundo.
CEDEPCA tiene el sueño de Dios: una humanidad viviendo en plenitud. Por eso fiel al
llamado de Jesús, CEDEPCA sirve a nuestro pueblo a través de hacer discípulas y
discípulos que anuncien buenas noticias y enseñen prácticas liberadoras en su comunidad.
Hoy celebramos que ustedes, estimadas estimados estudiantes, reciben un reconocimiento
académicos que significa que ustedes han sido formadas para llevar la misión de Jesús a la
Guatemala de hoy.
9 de cada diez personas en Guatemala, somos cristianas; pero no vemos la transformación.
9 de cada diez personas en Guatemala somos cristianas, ¡pero no somos discípulas de
Jesús!
Así que, hoy desde CEDEPCA queremos seguir haciendo presente el llamado de Jesús, de
proclamar su Evangelio y formar discípulas y discípulos. Hoy ustedes, estudiantes que han
sido parte de esta formación, tienen el llamado de ser fieles a esta misión e ir a nuestra
Guatemala para formar más discípulas y discípulos.
De esta manera el sueño de Dios sigue adelante y nos permitirá vivir en una sociedad sin
poderosos que nos dominen; una sociedad sin hambre, sin violencia; una sociedad en donde
todas y todos vivimos en igualdad; una sociedad de vida y abundancia.
Vamos pues y hagamos discípulos y discípulas de Jesús en nuestra Guatemala.
Reverenda Neli Miranda
Decana del Seminario Bíblico – teológico Camino de Emaús
Guatemala, 3 de Diciembre del 2016