Arnoldo Aguilar
05/02/2025
En los primeros meses de este año, nos hemos visto en el ojo de un huracán de informaciones y opiniones en torno al tema de la migración. Asimismo, afloran las opiniones y los puntos de vista en tensión. En todo caso, mientras se dictan las decisiones políticas, se ejerce la fuerza y control, y se promueven criterios y sentimientos por muchos medios de comunicación, está la ineludible realidad de quienes viven la experiencia migrante de primera mano.
Los puntos de vista, exógenos a la experiencia migrante, siempre deben tener presente que no se trata de artículos u objetos en movimiento. Son vidas, familias, esperanzas, ligadas a historias diversas en constante búsqueda. La complejidad de esto invita a considerar la realidad de la migración a través de la historia, de las causas globales que la provocan y desde la óptica de la justicia para todas las personas.
En el contexto bíblico, el tema de la migración es recurrente, especialmente cuando Dios configura un pueblo integrado por migrantes de otras tierras hostiles para ofrecerles una nueva tierra donde sobrevivir. El Dios de la escritura se revela como aquel que aboga por las personas menos favorecidas, a saber, las viudas, los y las huérfanas y las personas extranjeras (Dt. 10:18-19). De ahí que la actitud hacia estas personas definirá la fidelidad del pueblo de Dios hacia su Hacedor.
Al respecto, Elsa Tamez escribe en “Bajo un cielo sin estrellas” (2004:151):
El recuerdo de ser inmigrante será la marca que les acompañará como un recordatorio en su relación con los extranjeros: …no maltrates al extranjero o inmigrante, porque tú también fuiste extranjero en Egipto (Ex. 22.21). Los pueblos y las personas a menudo migran para florecer, y eso no es malo. La perversión ocurre cuando éstos logran el poder de dominación y lo utilizan sobre otros pueblos o residentes que comparten el mismo lugar, sean nativos o foráneos. Todos, pueblos y personas, tienen derecho a inmigrar, pero no a oprimir y discriminar. El hecho de que Israel haya sido extranjero y maltratado, era una experiencia fundante y orientadora en el trato con los extranjeros que habitaban en su medio. Las leyes que prohíben el maltrato al extranjero surgieron seguramente porque había menosprecio y maltrato, por eso el pueblo de Israel deberá recordar su condición de extranjero en Egipto, y aun en Canaán. El recuerdo de la identidad de extranjero y su experiencia, marca los límites en el ejercicio del poder y permite la relación igualitaria.
Más que un punto de vista o una postura ideológica, acá se resalta una actitud, en coherencia con la historia propia y con la sensibilidad necesaria hacia quienes tienen derecho a un mejor porvenir. Se habla de la perversión del poder, especialmente de quien olvida su antigua condición de migrante, y ahora desconoce su historia frente a sus semejantes. Es esa amnesia que propicia el odio y la intolerancia hacia otras experiencias de vida.
Hoy, mientras los medios masivos inundan el ambiente con el tema de la deportación de migrantes en Norte América, y mientras los países centroamericanos muestran su incapacidad de poder acoger dignamente a sus ciudadanos retornados, somos llamados a la meditación, la solidaridad y la empatía con la vida de los más afectados y afectadas. Recordar que no es sólo “un tema” para debatir, se trata de la vida de personas reales, respetables, prójimos ante los cuales se nos demanda una responsabilidad humana.
Las páginas oscuras de la historia están llenas de despojo, discriminación, opresión; muy lejos de la reconciliación y la búsqueda de opciones justas para cultivar la vida en igualdad; ¿Cómo quedará en la historia la página que esta generación está dejando para la posteridad? ¿Aún es relevante el paradigma de la justicia para la viuda, el huérfano y huérfana, y el extranjero y la extranjera?