Revda. Betsey Moe

Julio 2024

Mateo 25: 14-30

14 »Sucederá también con el reino de los cielos como con un hombre que, estando a punto de irse a otro país, llamó a sus empleados y les encargó que le cuidaran su dinero. 15 A uno de ellos le entregó cinco mil monedas, a otro dos mil y a otro mil: a cada uno según su capacidad. Entonces se fue de viaje. 16 El empleado que recibió las cinco mil monedas hizo negocio con el dinero y ganó otras cinco mil monedas. 17 Del mismo modo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil. 18 Pero el que recibió mil fue y escondió el dinero de su jefe en un hoyo que hizo en la tierra.

19 »Mucho tiempo después volvió el jefe de aquellos empleados, y se puso a hacer cuentas con ellos. 20 Primero llegó el que había recibido las cinco mil monedas, y entregó a su jefe otras cinco mil, diciéndole: “Señor, usted me dio cinco mil, y aquí tiene otras cinco mil que gané.” 21 El jefe le dijo: “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.” 22 Después llegó el empleado que había recibido las dos mil monedas, y dijo: “Señor, usted me dio dos mil, y aquí tiene otras dos mil que gané.” 23 El jefe le dijo: “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.”

24 »Pero cuando llegó el empleado que había recibido las mil monedas, le dijo a su jefe: “Señor, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no sembró y recoge donde no esparció. 25 Por eso tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra. Pero aquí tiene lo que es suyo.” 26 El jefe le contestó: “Tú eres un empleado malo y perezoso, pues si sabías que yo cosecho donde no sembré y que recojo donde no esparcí, 27 deberías haber llevado mi dinero al banco, y yo, al volver, habría recibido mi dinero más los intereses.” 28 Y dijo a los que estaban allí: “Quítenle las mil monedas, y dénselas al que tiene diez mil. 29 Porque al que tiene, se le dará más, y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. 30 Y a este empleado inútil, échenlo fuera, a la oscuridad. Entonces vendrán el llanto y la desesperación.

 

¿Qué estás haciendo con tu vida?

 

Esta es la pregunta que me hago cada vez que leo esta parábola. ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Estoy haciendo lo suficiente? ¿Lo que estoy haciendo es lo mejor que puedo hacer con mi tiempo, con mis dones particulares? Porque aparentemente, si no hago lo suficiente con mi vida y entierro mis talentos, corro el riesgo de ser lanzada a las tinieblas exteriores donde hay llanto y crujir de dientes.

 

¿De qué se trata esta parábola? Sé que Jesús dijo que el camino es angosto, pero ¿qué pasó con la gracia por la fe y no por las obras? Si esta historia es evangelio, ¿por qué me siento tan ansiosa al leerla?

 

Hay algunas pistas en esta parábola que nos invitan a considerar que quizás no sea un relato moral tan sencillo como parece a primera vista.

 

Primero, toda la premisa de dejar estas enormes sumas de dinero en manos de sirvientes esperando que inviertan, se parece mucho a los tratos corruptos de los ricos en el imperio romano. En Éxodo, al pueblo de Dios se le dijo que no participara en actividades en las que se cobraran intereses; muy probablemente porque implicaba aprovecharse de personas desesperadas que necesitaban préstamos. “No cobrarás interés al prestar dinero a mi pueblo” (Éxodo 22:25). La inversión de dinero se consideraba “sucia”, razón probable por la cual este amo dio la responsabilidad de esa inversión a estos tres sirvientes. Es más, al maestro se le conoce como “un hombre duro que cosecha donde no siembra”. Es difícil imaginar a Dios o a Jesús como un amo así: un hombre duro que deja el trabajo sucio a sus sirvientes.

 

El segundo detalle que parece un poco fuera de lugar en esta parábola como pura alegoría es que el tercer siervo es el fracasado, aquel al que se supone que NO debemos parecernos. Y eso es extraño porque en la narración de la época, si se dan una serie de ejemplos, el último ejemplo es el que se supone que debemos imitar. El Sembrador, por ejemplo, siembra semilla que primero cae en tierra dura (no es bueno), luego en terreno pedregoso (no es bueno), luego entre espinos (no es bueno). Pero luego aterriza en buena tierra. (¡Ah!) Un hombre es atacado por ladrones. Primero pasa un sacerdote, no es bueno. Entonces pasa un levita, no es bueno. Pero entonces, llega un samaritano, se detiene y cuida al hombre. (¡Ah!) Así que tal vez deberíamos prestar más atención a este tercer sirviente y a sus acciones, aunque sea castigado en la historia, porque deberíamos esperar que él sea el héroe.

 

El otro detalle que pone en duda una lectura “tradicional” de la parábola es la moraleja del relato contada por el maestro: “A todo el que tiene, se le dará más, y al que no tiene nada, hasta lo que tiene le será quitado». Esta lección suena como un dicho que describe el imperio, no como una verdad sobre el reino de Dios. Jesús dijo en su sermón del Monte: “Bienaventuradas/os las/los pobres de espíritu, porque de ellas/os es el reino de los cielos. Bienaventuradas/os las/los mansos, porque heredarán la tierra. Bienaventuradas/os quienes tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” (5:3-5).

 

Me parece que esta parábola, aunque no pretende describir el reino de los cielos, es una descripción de las costumbres corruptas del imperio, donde las personas pobres tienen que hacer el trabajo sucio de las personas ricas, donde la/los ricos se hacen más ricos y las/los pobres son despojadas/os de lo poco que tienen. Me parece que el tercer sirviente es el héroe aquí, negándose a participar en el sistema corrupto de inversiones del imperio, aunque eso significara arriesgar su propio bienestar. Enterró su talento como una forma de resistencia.

 

La parábola de los talentos no es una advertencia para nosotros y nosotras de que es mejor que hagamos algo digno con nuestras vidas o seremos rechazados por Dios. No, el amor de Dios no es así. Es más grande que eso. Dios ama tanto al mundo que ha decidido derrotar los poderes del mal y asociarse con nosotros y nosotras, por más mansos y temerosos que seamos, para hacerlo. La parábola describe cómo vivir en asociación con Jesucristo, lo cual muchas veces significa ir contra la corriente, NO entregar nuestra vida a los sistemas frenéticos, corruptos y consumistas de este mundo, y que resistirse al sistema no será fácil. Realmente, Jesús está repitiendo en forma de historia lo que les acaba de decir directamente en el capítulo 24 sobre las consecuencias de ser discípulos en este imperio: “Entonces os entregarán para ser torturados y os matarán” (v. 9).

 

¡Actuar fielmente en un contexto corrupto es muy difícil porque somos parte del sistema! Resistir requiere más valentía, determinación y autosacrificio que el que cualquiera de nosotros y nosotras tiene por sí solo/sola. Pero aquí están las buenas noticias del evangelio; Así es como Dios nos ama y al mundo entero: el mismo Jesucristo fue este tercer siervo. Se negó a participar en un sistema que se aprovechaba de los y las pobres y vulnerables. Y por causa de este mundo corrupto, al revés y herido, fue arrojado a las tinieblas exteriores, y le quitaron lo poco que tenía.

 

Pero ese no fue el final de la historia de Jesús. Salió de la oscuridad, habiendo derrotado los poderes de la muerte. Y vino y apareció a sus discípulos. En la Gran Comisión al final de Mateo, envolvió a sus discípulos en su misión de redimir este mundo corrupto del que formaban parte, prometiendo que estaría con ellos “hasta el fin de los tiempos”.

 

Hermanos y hermanas, ahora tenemos el Espíritu de Cristo con nosotros y estamos invitados a unir nuestras vidas con el tercer siervo, negándonos a confabularnos con los poderes de este mundo, sabiendo que al final no ganarán.

 

¿Qué estás haciendo con tu vida? Si alguien te pregunta eso, si te preguntas eso, puedes responder con: “Estoy uniendo mi vida a Aquel que tiene el poder de redimir”. Amén.