Por: Catherine G. González y Justo I. González
Editora: Luz María Coto de Peña
(Proverbios 31:1-10)
Boletín Temas No. 10 julio – agosto 1994

Este poema del libro de Proverbios es uno de los más conocidos pasajes bíblicos acerca de la mujer. Frecuentemente escuchamos sermones para el día de las madres basados en este texto. El primer verso del poema muchas veces se utiliza como punto de partida para diversas exposiciones de lo que deberían ser las características de una mujer cristiana.

¿Un manual para la esposa perfecta?

Pero, por otra parte, algunas(os) de nosotras(os) posiblemente estaremos ya saciadas de tantos libros que se publican actualmente acerca de cuáles deberían ser las características de una buena esposa. La mayoría de estos libros proponen soluciones demasiado simples para los problemas tan complejos de la vida matrimonial. Frecuentemente se vuelven meros libros de instrucciones, de igual modo que hay libros que nos dan instrucciones sobre cómo cultivar un huerto o cómo reparar muebles.

Por estas razones, muchas(os) de nosotras(os) tendemos a mostrarnos un poco escépticos cuando escuchamos o leemos un pasaje bíblico que comienza diciendo, ¿Quién la hallará? Frecuentemente este verso es leído de tal modo que da la impresión de que hallar una mujer virtuosa es cosa tan difícil como encontrar una aguja en un pajar.

Pocas veces se le presenta atención alguna al resto del pasaje, que describe a esta “mujer virtuosa” en términos que parecen negar muchas de las ideas comunes que existen en nuestra sociedad acerca del papel de la mujer.

 Las Mujeres en el libro de Proverbios

Aún más, el libro de Proverbios no se caracteriza por libro, se encuentran admoniciones repetidas acerca del peligro que para los hombres acarrea la asociación con las mujeres. Al parecer, la principal tentación son las mujeres de vida “fácil”, y una esposa belicosa es algo común: 2:16; 5:3ss; 7:4ss; 11:22; 12:4; 21:9; 22:14; 23:27-28; 25:24; 27:15-16; 30:20-23.

Los comentarios que en el libro de Proverbios parecen ser positivos acerca de la mujer son pocos cuando los comparamos con los anteriores: 11:16; 12:4; 18:22; 19:14. Hasta cierto punto, es posible explicar esta actitud general del libro hacia las mujeres por el hecho de que el libro mismo lleva el propósito de aconsejar a los jóvenes varones, para quienes relaciones malsanas con el sexo opuesto podrían ser una tentación. Quizá podríamos imaginarnos que si el libro fuese dedicado a darles consejos a mujeres jóvenes habría en él también un buen número de admoniciones con respecto al peligro de los hombres. Pero en todo caso no cabe duda de que, después de haber leído el resto del libro, no nos inclinamos a esperar muchas cosas positivas acerca de las mujeres en un poema que empieza diciendo, “mujer virtuosa, ¿quién la hallará?” Ese verso no parece prometernos mucho, y es muy probable que sea precisamente por esa razón que no hayamos estudiado cuidadosamente lo que sigue en el poema.

El primer verso del texto que estamos estudiando no ha de interpretarse como una verdadera pregunta, como si fuese casi imposible encontrar una mujer virtuosa, sino más bien como un instrumento retórico para mostrar el gran valor que tal mujer posee. El autor no da por sentado que esa mujer no exista, y que se trate sencillamente de un ideal, ni piensa tampoco que no haya muchas a quienes su poema describe. Pero donde quiera se halle tal mujer, tiene gran valor y ha de ser apreciada como tal.

Además de pasar a estudiar este poema con más detenimiento debemos darnos cuenta de que el libro de Proverbios es en realidad una colección de varios grupos de proverbios más antiguos. Sobre todo, en lo que se refiere a las mujeres, los proverbios que aparecen en este libro frecuentemente parecen dirigirse en direcciones opuestas. Por ejemplo, Proverbios 31:10 y 12:14 parecen indicar que una buena mujer es difícil de encontrar, mientras que en Proverbios 18:22 se nos da la impresión de que cualquier esposa es ya buena.

El poema sobre una mujer fuerte

La traducción del primer verso del poema resulta difícil, puesto que las palabras hebreas no tienen exactamente el mismo sentido que las palabras en español. La mayor dificultad se encuentra en la palabra que nuestra Biblia traduce como “virtuosa”.  Otras versiones dicen “hacendosa”, “de acendrada virtud”, u otras palabras de igual sentido. Pero la palabra hebrea que aquí se utiliza no quiere decir “virtuosa” en el sentido en que nosotros usamos esa palabra en el día de hoy. La palabra hebrea en realidad tiene connotaciones de fortaleza, y es así que la traduce, por ejemplo, la versión española de Francisco Cantera Burgos y Manuel Iglesia González: “una mujer fuerte, ¿Quién la encontrara?” En realidad, este tema de la fortaleza es básico en el sentido de la palabra que nuestra Biblia traduce como “virtuosa”. Lo que ha sucedido es que en el siglo dieciséis, cuando Casiodoro de Reina tradujo la Biblia al español, la palabra “virtud” quería decir fortaleza, poder. Y una persona “virtuosa” no era solo una persona de buenas características morales, sino también una persona fuerte. Este uso de palabra “virtud” todavía hoy subsiste en español en algunas formulas algo arcaicas que se utilizan en el lenguaje de los tribunales, como, por ejemplo, cuando alguien dice, “en virtud de la autoridad que me ha sido concedida”.  El propio Casiodoro de Reina, al traducir el texto en Hechos 1:08,” recibiréis poder”, tradujo ese pasaje diciendo, “recibiréis virtud”. Lo que ha sucedido es que cuando en época mas reciente los revisores de la Biblia castellana han tratado de hace que el lenguaje que se utiliza sea mas contemporáneo, han cambiado el termino “virtud” en un caso y no en el otro. Esto resulta muy interesante, puesto que muestra hasta qué punto nuestras presuposiciones culturales influyen sobre el modo en que traducimos la Biblia. En el caso de Hechos 1:08, “recibiréis poder” era fácil ver que la reducción que decía “recibireís virtud”, resultaba arcaica. Pero en el caso de Proverbios 31:10, donde la vieja versión decía “mujer virtuosa”, nadie se percató de que al dejar ese antiguo termino que estaban traduciendo debería traducirse más fielmente mediante la palabra “fuerte”. De hecho, ese mismo termino aparece también en Jueces 3:29, donde nuestra Biblia lo traduce como “valientes”.

Al estudiar el resto del poema, nos damos cuenta de que la fortaleza y el valor son indudablemente características fundamentales de la mujer que el texto describe. Aunque en Proverbios 7:11 encontramos que la mujer de vida liviana se halla lejos de su casa, también en este texto vemos que esta mujer a la que el poema alaba se encuentra en el mercado vendiendo sus productos, y tiene suficiente autoridad para considerar una propiedad, comprarla, y plantar una viña con el fruto de sus manos. Al parecer, mientras está haciendo todo esto, su esposo no es quien está tomando todas las decisiones. La mujer que aquí se describe no encajaría en la descripción común en nuestro día del ideal femenino como una persona pasiva, que se queda en su casa que no se dedica a las actividades comerciales, sino que pasa todo su tiempo desarrollando su “feminidad” y su belleza más bien que en tareas económicas o intelectuales. Al contrario, en el verso 30 se nos dice claramente que “engañosa es la gracia, y vana la hermosura”, y por lo que el texto nos dice esto no es en modo alguno incompatible con ir al mercado a comprar y vender ni con ganar dinero para la familia.

Sin lugar a dudas, la mujer descrita en nuestro texto es una persona muy capaz, activa e inteligente, que se encuentra tan a gusto en el campo doméstico como en el comercio. Es una persona que sabe proveer para las necesidades físicas de su familia al contrario de lo que algunos hoy tratan de decir con respecto a las responsabilidades mutuas del hombre y la mujer. Su carácter es decisivo y hasta agresivo en su capacidad de proyectar hacia el futuro y de hacerse cargo de situaciones difíciles. Según este pasaje, su esposo no resulta humillado en lo más mínimo por sus actividades, ni tampoco piensa menos de si mismo por el hecho de que su mujer sea tan activa. Al parecer, el esposo no tiene empleo, o al menos no se dedica a el constantemente, puesto que pasa su tiempo a las puertas de la ciudad donde los ancianos se reúnen para escuchar disputas y pronunciar juicios sobre las cuestiones que le son traídas. Por lo tanto, la administración económica parece quedar en manos de su esposa. Este estado de cosas no parece perturbarle, sino que más bien él le dice a ella: “Muchas mujeres hicieron el bien; más tú sobrepasas a todas”. Además, digamos de pasada aquí que el hecho de que el esposo se refiere a “muchas mujeres”, da a entender que la pregunta que se encuentra al principio del verso no quiere decir estrictamente que no haya muchas esposas buenas y fuertes. Sus hijos también concuerdan con lo que su padre les dice, puesto que “se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada”.

Además, esta mujer no le tiene miedo al trabajo fuerte. Si el vestido le molesta para ese trabajo, sencillamente lo ata alrededor de su cintura para que no le moleste más, y se sube la manga al codo (al menos, es así como muchos interpretes entiende el versículo 17). No se trata aquí entonces de lo que podríamos llamar una criatura débil. Al leer este pasaje con detenimiento, llegamos a la conclusión de que una mujer fuerte no era una novedad en Israel.

Las mujeres en las culturas antiguas

No cabe duda de que este pasaje se encuentra dentro de una cultura muy distinta de la nuestra. Pero tampoco debe caber duda de que lo que aquí se manifiesta es muy distinto de lo que muchos escritores de hoy, que tratan el tema de la mujer, piensan ser la noción bíblica del papel de la mujer. No es cierto que en los tiempos bíblicos se pensara que una mujer no debía trabajar con sus manos. En una sociedad pre-industrial, todas las personas tenían que trabajar, excepto quizá los pocos que tenían muchas riquezas. Quizá la esposa de algún hombre muy rico podría dedicarse solo a sus actividades en el hogar. Pero el resto de las mujeres tenia que trabajar con sus manos, como lo hacen todavía las mujeres en nuestras sociedades pre- industriales.

Esto no quiere decir que en los tiempos bíblicos o en cualquiera otra cultura pre-industrial no haya habido prejuicio acerca de la mujer. En el antiguo Israel, por ejemplo, había toda una serie de leyes declarando que la mujer era “inmunda” bajo diversas circunstancias.

El impacto de los tiempos modernos

Pero si hay al menos un prejuicio acerca el papel de la mujer que es el resultado de los tiempos modernos más bien que de la influencia bíblica. Este prejuicio es la idea de que la mujer es por naturaleza débil y frágil, incapaz de cuidar de sí misma y que por lo tanto es el esposo quien debe ocuparse de traer el alimento y el sostén al hogar. Muchos sermones y libros acerca de la mujer citan el primer verso de este poema, y luego hacen caso omiso del resto del texto. Sin embargo, este poema visto en su totalidad, coloca las cosas bajo una perspectiva distinta. La principal virtud de una mujer está precisamente en su valor y fortaleza. Las características de una “buena esposa” no son la sumisión ni la dependencia, sino al contrario, la fortaleza, la habilidad, y la responsabilidad.

Mujer virtuosa ¿Quién la hallará? Talvez debamos buscarla en los mercados, almacenes y oficinas. Mujeres que día con día salen de sus hogares para ganar el sustento, y con esa misma fuerza regresan a sus casas para cuidar de sus hijos e hijas y sus esposos, además de todo el trabajo doméstico. O que dentro de sus hogares se las ingenian para tener “un trabajito” encima de ser esposas, madres, amas de casa, maestras, etc…

Mujeres decididas a luchar por sus vidas y la de su familia.

 

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Temas No. 10

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