Arnoldo Aguilar B. / 09-10-2018

Pensando en el ambiente en el que día a día debemos desarrollar nuestras actividades personales,
especialmente los guatemaltecos y las guatemaltecas, me atrae la lógica de “sálvese quien pueda”
que nos absorbe. Desde antes que el sol salga, en las carreras por cumplir con horarios y
compromisos, me doy cuenta que en la calle todas las personas abordan el mismo objetivo,
movilizarse para cumplir sus compromisos personales. Unos corren buscando un microbús
colectivo, otras caminan a paso redoblado hacia sus trabajos o centros de estudio, alguien más
suena la bocina de su vehículo desesperadamente, y todavía hay quienes discuten buscando
avanzar desde sus motocicletas, en fin, lo que aparenta ser un multitudinario y multidireccional
caos, en realidad desemboca en un mismo fin: “el propósito personal”.

Nada novedoso en esa dinámica de cumplirlos compromisos diarios y la subyacente necesidad de
satisfacer las necesidades básicas de cada núcleo familiar. Pero deseo enfatizar ese “sálvese quien
pueda” que no es otra cosa que avanzar individualmente hacia el objetivo individual por medio del
esfuerzo propio para alcanzar la autorrealización personal. Cada uno, cada una, abraza la consigna
de avanzar y avanzar, sin permitir que nada ni nadie estorbe o distraiga. Ese propósito personal se
posiciona como la meta de todo esfuerzo porque es el más importante de todos y está por encima
de los propósitos de otros y otras. De tal manera que si es necesario dejar a alguien en el camino,
habrá que hacerlo porque el propósito personal lo demanda; si alguien necesitara algo, no podría
permitir que interrumpa la trayectoria hacia el fin personal.

Curioso cómo lo personal puede despersonalizar 1. Esa vorágine masiva arrastra los principios que
hacen saludable la convivencia humana, arrastra con el derecho, el respeto, la consideración y la

colaboración necesaria para crear un entorno solidario. No obstante, en la fuerza de dicha
vorágine, convergen sujetos con distintos propósitos, desde los más pragmáticos hasta los más
loables. Obreras, estudiantes, altruistas, comerciantes, religiosos y profesionales avanzando,
pidiendo a Dios les ayude a cumplir con lo suyo. Un avance necesario para la economía pero capaz
de despersonalizar a una sociedad. En esta lectura de los hechos lo personal despersonaliza
cuando anula o arremete respecto a los demás. Nos despersonalizamos cuando subestimamos y
descalificamos a otro ser porque no nos importa su condición, su trayectoria, su destino, pues
suponemos que es inferior.

A lo mejor podamos recordar la máxima de la fe judeocristiana que por siglos ha constituido el
fundamento de la estructura religiosa y moral de muchos pueblos: “(…) amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente; y a tu prójimo
como a ti mismo”, Lucas 10:27. En esta evidenciamos un sencillo pero importante principio que
debe atravesar toda suerte de relación humana entre personas que viven en armonía con el
Creador y su creación. Desde la fuerza de un mandamiento se advierte la necesidad de amar a
Dios en la faz de los y las semejantes en función de consolidar el ser personal. Su objetivo no es
sólo llevar a una salvación etérea, es salvar ahora a la persona que potencialmente habita en cada
ser humano y humana.
Algo similar manifiesta el concepto filosófico “Ubuntu” derivado de las culturas sudafricanas que
históricamente se vieron enfrentadas por el odio y el resentimiento. Con Mandela inició una nueva
era de “Ubuntu” en Sudáfrica, era de perdón y empatía. Y ¿a qué se refiere Ubuntu? Tomaré las
palabras del premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu:
En África ese reconocimiento de nuestra interdependencia se define como Ubuntu en lengua nguni,
o como botho en lengua soto, términos difíciles de traducir y que designan la esencia del ser
humano. Se refieren al hecho de que mi humanidad está intrínsecamente atada a la tuya. Soy
humano porque soy parte de algo. El término se refiere a la unidad y a la compasión. Una persona
con Ubuntu es cordial, hospitalaria, cálida, generosa y dispuesta a compartir.2
Esta propuesta filosófica – actitudinal inspira a escribir estas líneas, ya desde el shemá hebreo o
desde el Ubuntu sudafricano quiero advertir sobre las respuestas que pueden ayudarnos a superar
aquella vorágine masiva motivada por lo personal. Que si no reaccionamos decididamente, eso de
ser personas será una historia que en el futuro se verá con nostalgia.
Ser más personas es el desafío, volver a ser humanos y humanas, literalmente rescatar aquella
potencialidad innata de cohesionar con el resto de la creación en calidad de interdependencia
para lograr el equilibrio de la vida. Y es lo que urgimos hoy, superar esa subyugación que nuestros
intereses personales han hecho de lo que nos une como casa de Dios. Hoy existen tantas razones
que banalizan y ridiculizan el esfuerzo por desentrañar lo humano de lo triunfal. No paga ese
esfuerzo, no posiciona ni genera estatus para el mundo contemporáneo.

Pero es bueno y necesario, añadir un poco de Ubuntu a nuestra forma “moderna” de vida.
Ocuparnos de lo necesario para la vida propia, sin olvidar la enorme importancia del prójimo, que
mi bienestar estará intrínsecamente vinculado a la historia todas las demás personas alrededor.
Esto teniendo presente el dicho generador del Ubuntu desde las personas nativas extremo sur de
África: umuntu, nigumuntu, nagamuntu, que en zulú significa «una persona es una persona a causa
de las demás”. Tutu lo dice así “una persona es persona gracias a otras personas”; pese a nuestras
diferencias y criterios, fuimos creados para estar juntos y juntas, nos necesitamos, no podríamos
aspirar a eso de ser personas sin hacer vida con las demás personas. A esto agrega:
Una persona con Ubuntu es abierta y está disponible para los demás, respalda a los demás, no se
siente amenazado cuando otros son capaces y son buenos en algo, porque está seguro de sí mismo
ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son
humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos, o cuando son tratados
como si fueran menos de lo que realmente son. 3

Esta actitud Ubuntu puede equipararse con aquel añejo discurso de la montaña (Mt.5-7) en donde
se invita al género humano a redescubrir el Padre entretanto se da el reencuentro con el hermano
y la hermana en todas sus expresiones. Especialmente en lo referente a la “regla de oro”, a mi
juicio, otra manera de expresar el espíritu del Ubuntu, pues manifiesta que la historia de cada ser
humano y de la creación en conjunto están intrínsecamente relacionadas.
Para finalizar, me parece saludable el ejercicio de corroborar esa vorágine masiva con ojos bien
abiertos, pero sobre todo, inquirir en nuestra actitud frente a dicha vorágine. ¿Hasta dónde esa
actitud define nuestra calidad de persona?. En este esfuerzo emprender la tarea de descubrir la
fuerza de nuestro interés personal. ¿Qué tan vulnerables son nuestros elevados propósitos
personales de cara a la situación de nuestros semejantes? ¿Hasta dónde lo personal está
despersonalizando mi vivir? Cualquier tentativa por responder a estas cuestiones puede, a su vez,
generarnos otros pensamientos que desentrañen nuestra calidad de personas en esta sociedad
que adoctrina la inercia personal.
Que el Ubuntu o sus equivalentes, puedan hacer mella en nuestra actitud de vida. Menuda tarea
resistir la vorágine y contradecir la inercia que nos provoca; no obstante ningún esfuerzo en esta
dirección es irrelevante. En nuestras meditaciones, arrepentimientos y conversiones podemos
encontrar la fuerza para compartir la vida con las otras personas.

Referencias

1. El ser persona es poseer voluntad, raciocinio y conciencia de sí mismo, pero también tener la capacidad de
ser sensible y vivir en sociedad. “Despersonalizar”, en esta reflexión, no apela al trastorno de conducta sino
a esa tendencia de volverse “menos persona” según la referencia que inicia esta nota.

2 y 3 Desmond Tutu, Dios tiene un sueño, una visión de esperanza para nuestro sueño, Grupo Norma, Bogotá,
2004.

Imagen:  http://www.afrispectives.com/ubuntu-workshop-at-black-renaissance/